Descripción
El empate no existe en la vida real. Siempre tiene que haber un ganador, o al menos el barrio nos ha demostrado eso. Sea en Italia, sea en Colombia, sea en cualquier lugar del mundo: «el que meta el gol gana»; el equipo que haga el último gol es el que se lleva la victoria. Que haya empate solo se ve en la televisión, o en los que aspiran a llegar a estar en esa farsa que llaman fútbol profesional, y que a pesar de todo, todos nosotros, incluyéndome, lo amamos.
No podemos vivir sin el fútbol de la vida real (el que jugamos y el que se practica en el pavimento en nuestros barrios), y menos todavía sin el fútbol de mentiras, ese que juega mi Palermo del alma en Italia, o el que muestran los que equipos de los que también soy hincha después de tanto vivir en esta ciudad: Atlético Nacional y Deportivo Independiente Medellín, sí, los dos, porque no aguanto 8 días sin ir al estadio e ir a fútbol del falso.
Esta colección está creada para que no olvidemos nunca que hemos sido privilegiados, que no importa si se nace en Italia como yo, o en Colombia como ustedes mis amigos, todos alguna vez dijimos en uno de esos partidos de los de verdad, de los auténticos, de los callejeros, que el que botara el balón era el que debía de ir por él, que cuando se repartían los jugadores para cada equipo casi siempre sobraba uno, y ese que sobraba era el más malo y debía esperar, y solo podía entrar al gol, una vez alguno de los dos equipos marcara uno. Ah, y si alguno de los amigos había llegado tarde al partido, y resulta que era bueno jugando, que era calidoso como dicen ustedes los paisas, le tocaba mirar solamente porque no se le permitía entrar pues habría recarga, uno de los dos equipos estaría con más ventaja que el otro, y eso el fútbol de verdad no lo permite.
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